Parece que el 70% de los españoles confía en recuperar su vida prepandemia; de otra, el Gobierno central deja en manos de las autonomías el ocio nocturno y todo lo referido a la hostelería ¿Cómo es eso posible si la COVID19 ha puesto al descubierto las necesidades de introducir aire del exterior filtrado y tratado en los locales de pública concurrencia cerrados?, lo que no sucede en el 80% de los edificios, muchos de ellos de la administración, lo cual nos lleva a pensar que volveremos a ver el próximo invierno a los niños en los colegios con mantas y las ventanos abiertas en las zonas frías de España ante la carencia de una ventilación adecuada (recordemos que los radiadores, de existir no introducen aire puro).
Una de las últimas novedades es el levantamiento del uso obligatorio de la mascarilla al aire libre y no así en locales cerrados, lo que da a entender la diferencia de estar al aire libre o no. El estar algún tiempo en un local cerrado, hizo aflorar el problema del “edificio enfermo” en España en 2007, cuando la prensa sacó a la luz una extraña dolencia en el edificio de Gas Natural de Barcelona, a lo que siguieron otros también señeros, como: las Torres de La Caixa; el edificio Agbar, etc. Antes, en 1974, los síntomas se dieron en Alemania, donde edificios preciosos, herméticos, acristalados, pero escasamente ventilados; causaban náuseas, dolores de cabeza, faringitis y altos índices de contagios de enfermedades víricas entre sus usuarios.
De acuerdo con el Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE), en vigor para toda España desde 2007, habrá que hacer distinciones entre locales interiores, a veces en sótanos, y exteriores, dotando a los primeros, como mínimo de medidores de CO2 que aunque no detectan virus ni bacterias, al menos dan una referencia de la calidad del aire que se respira (600 ppm es una cifra aceptable; 800 es necesario ventilar y llegado en su escala a las 1.000 ppm de dióxido de carbono, peligro, peligro, toca evacuar). Sin llegar a eso, es responsabilidad del ciudadano eludir los locales interiores donde claramente no quede garantizada una potente ventilación, por linda que sea su decoración; y de las administraciones, el poner los medios para su cumplimiento en sus propios locales, cosa que se ha olvidado.
El solo enfriar o calentar el aire, recirculándolo, no vale por mucha cantidad y calidad de filtros que se instalen, que podrán retener polvo, polen, algún que otro germen, pero nunca aportarán el oxígeno necesario como una buena toma de aire exterior, eso lo saben muy bien los profesionales dedicados a las instalaciones de climatización, puesto que climatizar incluye además de tratarlo térmicamente el control de la humedad , y si pensamos en calidad óptima para por ejemplo: hospitales, laboratorios, consultas médicas, guarderías, etc. necesitaremos introducir aproximadamente 72 m3/persona/hora; si solo es suficiente una buena calidad, para por ejemplo: oficina, residencia de ancianos, colegios, etc. serán suficientes 45 m3/persona/hora y de conformarnos con una calidad mínima, para por ejemplo: cines, restaurantes, salones de actos, salas de ordenadores, y similares, con 30 m3 serán suficientes.
Nada de eso es necesario en una vivienda donde las esporádicas aperturas de puertas y ventanas, y la infiltración son suficientes para una razonable calidad del aire, no obstante, el Código Técnico de la Edificación obliga a introducir aire exterior como mínimo filtrado.
Juan Antonio Peña Torres Expresidente de la Asociación Provincial de Instaladores de Calefacción, Climatización, Fontanería , Gas y Afines de Sevilla (integrada en FEDEME). Tesorero de la Confederación Nacional de Instaladores (CNI). |
Comentarios